I
El águila
levanta el vuelo sobre el llano de piedra. Abajo sólo queda en pie las paredes
de una casa de piedra del siglo XVIII. Los extranjeros creen que es una
construcción prehistórica. Su dueño pertenece a una saga de pastores olvidada.
Todo es piedra rojiza y luz. El color ocre es permanente en el suelo y en el
aire enarenado. Las tormentas de arena son diarias. La pista que cruza el
paraje apenas tiene una señalización carcomida por el óxido. El pasto de las
cabras es la aulaga. Los turistas pasan de largo; el paisaje les parece poco
atractivo. Escondido en una garganta de piedra hay un pequeño humedal mantenido
artificiosamente por el hombre. Los guirres sacian su sed en una de las charcas
de este humedal.
"Escritos de las islas orientales" en Insulario menor de Alfonso Domingo Quintero, Baile del Sol, 2014.